Todo viaje es una búsqueda imposible.
El cuerpo como pretexto
para cruzar los linderos del alma,
los vórtices turbulentos de lo cotidiano.
No hay camino o sendero, solo el viaje,
el impulso espontáneo de avanzar a no se sabe que lugar.
El río es agua, pero también espejo
que devuelve imágenes difusas de retornos sin fin.